jueves, 16 de enero de 2014

Volver


Al regresar al camarín para la ducha de rigor miré con decepción que los cubículos cerrados estaban ocupados y me instalé en una esquina del sector abierto, adelantándome a un viejo de unos setenta años o más que iba hacia el mismo sector. Mientras sacaba la ropa de mi bolso, el viejo comenzó a silbar sin desafinaciones una melodía que reconocí de inmediato. Entre el ruido del agua cayendo de las duchas, los secadores de pelo y el resto de los nadadores sacando y guardando ropa de sus bolsos el silbido me caló hondo y me hizo recordar que existen lugares a los que siempre volvemos, de alguna extraña manera.

"Volver" pensé, concentrado en el sonido cálido y perfectamente afinado que brotaba de los labios del septuagenario nadador que estaba a mis espaldas. Pensé en el slogan de Noreste, viejo periódico chileno de noticias que nunca serán noticia, en mis abuelos y en su viaje a Valparaíso la próxima semana, en el recorrido por las calles de Playa Ancha, la caminata por las escaleras de madera por las que solían bajar a comprar pescado a Caleta El Membrillo. Pensé que no sólo los lugares ya no son lo mismo que fueron antes, sino que tampoco nosotros; nosotros somos los que hemos cambiado. Y que a pesar de ese cambio innegable, hay algo que permanece en el tiempo, como un farol inmóvil que a lo largo de los años atestigua el paso de las carretas, de los autos, de los barcos, y pese a todo, sigue siendo el mismo farol.

Al volver de la ducha ya no estaba el viejo ni su silbido. Probablemente estaba nadando, tarareando en su interior alguna otra melodía mientras sincronizaba la respiración sin prisa, al ritmo de para quien la vida ya no es un territorio por conquistar sino un bosque de recuerdos. Al salir del camarín constaté que el viejo había encendido en mí el farol de mis recuerdos, de mis lugares, del primer amor, así como yo había hecho lo propio con mis abuelos ante la posibilidad de volver a su ciudad natal. Siempre es posible volver, porque aunque el olvido que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión, guardo escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna de mi corazón.*

* "Volver". Letra: Alfredo Le Pera. 1935.


2 comentarios:

  1. y ya no tengo miedo de que "olvides el camino de regreso"

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  2. hermosas palabras que me emocionan,GRACIAS ANDRES.el comentario lo haremos al estar juntos en nuetro viaje a Valparaiso

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