En efecto, la
rueda, los castillos, la agricultura, los metales y hasta al sufragio femenino
nacen como consecuencia de una manera distinta de ver las cosas. Sin embargo,
toda la literatura que se ha acumulado sobre innovación en el corto plazo no hace
a los innovadores sino que es un relato acerca de ellos: La mejor manera de
empezar algo es dejar de hablar de ello y empezar a hacerlo dijo Walt Disney. Detrás de las
recetas y consejos –que abundan hoy en día- hay hechos concretos ejecutados por
personas reales que comparten un factor común al que podríamos llamar la
esencia de la innovación: atreverse a
emprender.
Ya en el año 1732
un emprendedor era definido como la persona que se determina a hacer y ejecutar,
con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua[i]. Casi
trescientos años después esta definición tiene plena vigencia: hay pocas cosas
tan difíciles hoy en día, tanto en el mundo corporativo como fuera de él, que
ejecutar con resolución y desempeño una operación considerable y ardua, sobre
todo, cuando el estilo de vida actual nos ha llevado a buscar posiciones
cómodas, estables y seguras, para las que muchas veces, la innovación es una
amenaza.
Sin embargo,
nunca antes habían existido tantos incentivos para la innovación: proyectos
públicos y privados, nacionales e internacionales, dirigidos tanto a personas
naturales como a empresas que buscan hoy en día desarrollar emprendimientos e
intraemprendimientos –en el entorno corporativo- para, en último término, generar soluciones
rentables que agreguen valor a la vida de los usuarios. Y aunque sin duda esta
es una oportunidad que hay que aprovechar, sólo está reservada para aquellos
que se atrevan a abandonar la comodidad del status quo y se arriesguen a crear
algo que no existe y cuyo éxito no podrá ser anticipado en ningún focus group, que dicho sea de paso, es
uno de los más grandes enemigos de la innovación, pues como dijo Henry Ford si le hubiera preguntado a la gente qué
querían, me habrían dicho “caballos más rápidos”.
Atreverse a
emprender requiere pasión, convicción, tener un propósito de vida. Quien tiene un propósito para vivir encontrará
casi siempre el cómo (Nietzsche). Buscar y decidir ese propósito es el
primer paso para la innovación. El resto viene por añadidura, especialmente
porque cada vez somos más los que creemos que la innovación y el trabajo en
entornos colaborativos –Club de la Innovación, Reset and StarUp- no restan sino
que suman al cumplimiento de los objetivos que nos proponemos, pues como dice
el viejo proverbio: si quieres llegar
rápido, camina solo, si quieres llegar lejos, camina en grupo.
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