jueves, 19 de enero de 2012

¿Las cosas por su nombre?


Por esos extraños azares de nuestra idiosincrasia estamos acostumbrados a cultivar eufemismos para nombrar ciertas palabras que pueden resultar incómodas en su expresión original.

Por ejemplo, cacuca -una versión tierna de la caca- para designar a las heces fecales (como nos recuerda Juan Carlos Bodoque en este video) o popó para nombrar al poto, nalgas o glúteos. 

Quizás el premio a la mayor cantidad de eufemismos se las lleva el pene, más conocido en su variantes infantiles como pirulín o pirula y que en Wikipedia acumula más de cien otros nombres.

Entre los más notables están: arrollado de venascabeza de bomberoDarth Vaderel cíclopededo sin uñaflauta de carnecallampa y la conocida corneta.

Este fenómeno, que puede parecer divertido y trivial, oculta a mi juicio una verdad insoslayable: los seres humanos no podemos concebir la realidad sino a través de metáforas.


Todo lo que designamos es una metáfora, y nada tiene un nombre de suyo, sino sólo una articulación de sonidos y letras al que en algún momento de la historia le atribuimos algo.

Siendo así, la originalidad de una expresión no consiste en ser más auténtico, sino en representar un momento de la historia en que dicho término alcanzó un consenso de uso entre las personas que lo acuñaron.


Qué fome sería la vida sin la capacidad interpretativa del ser humano. Sin ellas La Caperucita Roja sería sólo la historia de una niña desobediente que cruzó el bosque, y no una metáfora sobre el despertar sexual femenino en la adolescencia, la primera menstruación o la pérdida de la virginidad.


Sin las metáforas todo tendría un significado único y no podríamos decir: cabro chico, hijo de tigre, gallo sapo, gallo choro, pajarón, gallo aperrado, pavo y otras tantas manifestaciones cotidianas que nos ayudan a comunicarnos y darle un poco de autenticidad a nuestra realidad heredada.




Referencias:


- Bestiario del Reyno de Chile, Lukas. 
- Little Red Riding Hood, Wikipedia.
Estudio Psicoanalítico de Cuentos Infantiles, Gerardo Gutierrez. 
- Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Friedrich Nietzsche. 

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